Aula del futuro del IES Juan Pérez Creus
Desde la Unión Europea, la OCDE, la UNESCO o la agenda 2030 de la ONU vienen recomendando metodologías diferentes para el aprendizaje del alumnado. Estas deben trabajar las «competencias clave» y es necesario que el alumnado las adquiera.
Es complejo alcanzar estas competencias si la metodología en el aula es la clásica en la que el profesorado es el que transmite los contenidos y el alumnado escucha (actitud cada día más difícil en el aula) y luego realiza algunas actividades y memoriza en casa. Esta metodología es menos efectiva para conseguir aprendizajes más significativos por parte del alumnado.
Con el desarrollo de las competencias clave se consiguen actividades en las que el alumnado «aprende haciendo» y también adquiere habilidades para un aprendizaje a lo largo de la vida (lifelong learning).
Estas metodologías pueden trabajarse en el aula normal, pero nos encontramos con la ausencia de dispositivos necesarios para el trabajo en el siglo XXI como son los equipos informáticos, recursos de vídeo, audio, programación, etc. Esto es lo que aporta el aula del futuro, es un aula que pone a disposición del profesor y del alumnado tecnología actual para aprender con estos recursos.
El aula del futuro es un proyecto coordinado por el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del profesorado en coordinación con las comunidades autónomas. Pretende crear espacios para potenciar el uso de metodologías activas y desarrollar las competencias clave en el alumnado. Es un aula que permite un trabajo multidisciplinar al estar dotada de diferentes recursos, entre ellos está la posibilidad de trabajar en grupo, trabajo con vídeos con croma, podcast, impresión 3D, recursos digitales, robótica, etc.
Los orígenes de este proyecto se remontan al inicio del proyecto Future Classroom Lab (FCL, desarrollado por el consorcio de Ministerios europeos, European Schoolnet (EUN), y surge de los resultados obtenidos del proyecto de investigación y desarrollo iTEC.
Debemos de tener claro que la tecnología por sí sola no mejora el aprendizaje, esto requiere un perfeccionamiento del profesorado y una planificación adecuada en función de la edad y de las necesidades del alumnado. Lo que está claro, es que el alumnado suele estar más motivado y se descuelgan menos alumnos y alumnas y se consigue también una mejora para la inclusión y por tanto, la mejora de atención a la diversidad.